La campaña del PP de llenar los balcones de banderas españolas el día de la Fiesta Nacional, antes Día de la Raza y siempre fiesta católica de la Virgen del Pilar, forma parte de su charanga nacionalista para intentar olvidar que algunos de ellos ya están en la trena y otros pueden entrar pronto.
El desfile militar-policial, además de la exaltación de la fuerza sobre la razón, es otro acto de este carnaval que intenta unir bajo la misma bandera a los afectados por los recortes con los que se lo han llevado crudo. Eso es el nacionalismo. La coartada de que todos somos españoles porque hemos nacido en el mismo territorio, sin tener en cuenta que la derecha ha explotado siempre al resto de la población. Con el caciquismo, con la dictadura y con cualquier otra institución que impida una democracia en la que se respeten los derechos de todos.
No es que todos los que lleven la bandera sean sinvergüenzas, pero la mayoría de los sinvergüenzas, los patriotas que están vendiendo España a los fondos extranjeros, se esconden detrás de la bandera. Y los patriotas españoles que salen a la calle a apalear impunemente a otros españoles también llevan la misma bandera.
En eso estamos. Aquí en Madrid, con Cristina Cifuentes, que ha estado en el meollo de la corrupción de su partido, abandonando la Asamblea de Madrid para ir a regalar banderas de España.
La bandera más grande de Madrid la ha puesto una empresa inmobiliaria.