Justicia Militar

Mientras el expresidente de Baleares Jaume Matas disfruta de libertad, por estar plenamente integrado en la sociedad, aunque no arrepentido de sus delitos; el teniente Segura está de nuevo arrestado, de manera preventiva, incomunicado y sin las medicinas que necesita, por la Justicia Militar como consecuencia de sus denuncias de irregularidades en la gestión del Ejército. Se ve que este teniente que se ha significado por la denuncia de la corrupción, es considerado un gran peligro, al menos para el Ejército.

Aunque el artículo 14 de la Constitución dice que los españoles son iguales ante la Ley, ésta no trata igual a los corruptos que a los que denuncian la corrupción. Claro que en el siglo XXI y en un país supuestamente democrático, que siga existiendo una Justicia Militar, al margen de la Justicia, no deja de ser algo, cuando menos, incomprensible, cuando siempre se ha dicho que la Justicia Militar es a la Justicia, lo que la música militar a la Música.

Que el Teniente General Jefe de la base de la OTAN en Valencia proponga restablecer la mili para enseñar a los jóvenes españoles educación y solidaridad, parece indicar que como no tienen mucho trabajo en lo suyo, quieren arrogarse otras tareas como la Educación. Nos parece una broma de mal gusto para los que hicimos una mili en la que todo se ordenaba y se hacía “por cojones”.

Quizá no tengan mucho trabajo, pero su presupuesto crece cada año, al contrario que los dedicados a servicios básicos de los españoles.

Los intereses de España

Dos activistas de Greenpeace han sido heridos al ser atacados por lanchas de la Armada Española cuando trataban de manifestar su disconformidad con las exploraciones petrolíferas de Canarias.

El ministerio de Defensa ha declarado (según El País): “La defensa de los intereses vitales y estratégicos de España es un objetivo primordial de la Seguridad Nacional, y la libertad de explotación de los recursos energéticos disponibles debe considerarse en ese ámbito”. Este ministerio, como muchos otros, llevan bastante tiempo confundiendo los intereses vitales y estratégicos de España con los de las grandes empresas y poniendo todos tipo de recursos en su defensa.

Estos recursos, que lógicamente proceden de los impuestos, los ponemos nosotros, la mayoría de los españoles, porque como demuestra Oxfam en su informe de mayo de 2014, el 90% de la recaudación tributaria procede de las familias y sólo el 2% de las grandes empresas. Nosotros pagamos la defensa de los intereses de las grandes empresas mientras ellas nos sangran: tenemos las tarifas eléctricas y telefónicas entre las más caras de Europa, y ocultan sus ganancias en paraísos fiscales.

Este gobierno confunde los intereses de las grandes empresas con los de España, porque o trabaja para ellas o aspira a hacerlo. Esto es parte importante de la corrupción.

El ejército, está en la misma línea, defiende los intereses de Repsol en Canarias, igual que lo hace en diversos conflictos internacionales. A eso se dedica, a pesar de que lo pagamos nosotros.

Empresarios

El Consejo Empresarial para la Competitividad, formado por las 18 mayores empresas españolas y encabezado por Telefónica, propone una serie de medidas para crear empleo que, según ellos, es el mayor problema de los españoles.

No contemplan la corrupción porque se basa en la complicidad de políticos y empresarios y la mayor parte de las medidas que proponen consisten en reforzar las políticas actuales que tan mal resultado están dando para nosotros y tan bueno para ellos. Porque estas grandes empresas son las que se están beneficiando de la crisis.

Les preocupa la economía sumergida y el fraude laboral, por lo que piden que se aumenten los inspectores laborales, medida que perjudicaría más a las pequeñas y medianas empresas que serían las más perjudicadas. Perseguir el fraude laboral, como todo fraude, siempre será bien recibido por todos, pero es mucho más grave el fraude fiscal y no piden ni más inspectores fiscales ni medidas contra los paraísos fiscales que es lo que nos convendría a la mayoría de los españoles. En cambio piden tratamientos fiscales más favorables y subida de los impuestos indirectos, cuando las familias estamos tributando por encima del 22% y ellos alrededor del 2%.

Piden que se favorezca el engrosamiento de las empresas, lo que ayudaría a debilitar la competencia, cuando gracias a los acuerdos ilegales y a la fortaleza de estas 18 grandes empresas, los españoles tenemos la telefonía y la energía más cara de Europa.

Piden una política energética sostenible basada en el apoyo al fracking en lugar de a las energías renovables. Su cinismo no tiene límites.

Este sesudo informe de las empresas que están gobernando el país, huele a propuesta que no podrán rechazar PP y PSOE, de cara a recibir “ayudas” para las próximas elecciones. Para la mayoría de los españoles los políticos del bipartidismo no tienen ninguna credibilidad, pero los grandes empresarios tampoco, porque todos están en el mismo “negocio”.

Independentismo

El independentismo catalán se parece mucho al de los adolescentes que quieren ser independientes de sus padres pero sin irse de casa. En Cataluña se han aplicado recortes más fuertes que en el resto de España pero a muchos catalanes eso parece no importarles, sueñan con una solución mágica a sus problemas: independizarse de España.

En el mundo hay muchas empresas con un capital mayor que el PIB de España y quien domina el mundo y marca las directrices políticas son las mafias financieras y el complejo militar-armamentístico USA a través de los políticos corruptos. La secesión regional favorece a los grandes corporaciones financieras, como se ha visto en el desmembramiento de Yugoslavia o Checoslovaquia con la inestimable ayuda de Alemania. Cuanto más se debilite el Estado-Nación, más poder adquirirán las mafias financieras.

El verdadero independentismo, o soberanismo, se dará cuando una democracia sólida, transparente y participativa, ponga reglas a las mafias financieras y establezca una economía democrática dirigida por políticos democráticos y honestos.

Lo demás son cortinas de humo o tinta de calamar.