BULO: La soberanía nacional reside en el pueblo español

Lo dice la Constitución Española de 1978, en su artículo 1.2, pero parece ser mentira.

Por lo que se ve, los que mandan son unos desconocidos (a los que nadie ha votado y que parecen “trabajar” en Bruselas), pero a lo mejor tampoco son esos.

Lo cierto es que se quiere derogar la Reforma Laboral y parece que no va a poder ser, porque antes lo tienen que aprobar allí y a los empresarios no les viene bien. Además va a ir Pablo Casado para asegurarse de que allí no lo aprueban y la ministra Calviño igual le acompaña porque en este punto, como en muchos otros, está más cerca del PP y de la patronal que de sus socios de gobierno.

Esto no es la primera vez que pasa. Todos los años se les manda el proyecto de presupuesto -que es una de las claves de la soberanía nacional: cómo nos gastamos los cuartos- para que le den el visto bueno, antes de discutirlo aquí en el Congreso, que es donde dice la Constitución que se ubica la soberanía.

Pero también hay enemigos internos. Que el Tribunal Supremo obligue a cesar a un diputado (representante de miles de personas que le votaron), porque un magistrado (protagonista de varias sentencias “raras”) le condene sin pruebas y la presidenta de la Cámara se lo entregue contra el criterio de sus propios asesores legales, y de muchos expertos juristas, tampoco ayuda a entender donde reside la soberanía nacional o si está de vacaciones en el extranjero.

Las dos almas del PSOE (2)

No es fácil convivir con el PSOE, que un día se levanta socialdemócrata y otro socioliberal. Así ha sido siempre y por eso va perdiendo credibilidad, sobre todo para los que se percatan de que en todos sus gobiernos el equipo económico siempre es neoliberal.

Desde Solchaga y Boyer hasta Calviño, no encontrarás un ministro del área económica que no lo sea. Aún hoy, cuando la doctrina neoliberal se ha desacreditado a sí misma, pero sigue impuesta por los que tienen poder para hacerlo.

Para ocultar esta realidad, el PSOE recurre a la política de gestos: un “ingreso mínimo vital” que no llega ni a la mitad de las personas en riesgo de exclusión, por ejemplo.

Si llega el momento de derogar la Reforma Laboral, Sánchez saca a la ministra más neoliberal para que lo impida y trata de ocultarlo con otro gesto “Abolir la prostitución”, que puede estar muy bien, pero que es contradictorio con mantener la Reforma Laboral, la Ley de Extranjería y la cortedad del Ingreso Mínimo Vital, porque las prostitutas necesitan comer, como todo el mundo.

Las tarifas de las eléctricas y las gasolinas, son otra muestra de como el alma neoliberal, proclive a los monopolios, acaba siempre superando a la socialdemócrata.

La claudicación del poder legislativo ante el judicial, ejecutado por la presidenta de la Cámara, frente al informe contrario de los letrados de la propia Cámara y destacados juristas y catedráticos universitarios, es otro ejemplo.

Talmente parece que el alma socialdemócrata sólo asoma en los Congresos o en las campañas electorales.

No basta con decir que se es socialdemócrata, además hay que parecerlo. Por cierto, ¿cómo se arreglarán los militantes para saber qué alma se tienen que poner cada día?

Bulo: Luis de Guindos condenado por estafa

El Tribunal Supremo ha condenado a Luis de Guindos, exministro de Mariano Rajoy, por malgastar más de 60.000 millones de euros para el rescate de la banca, con el argumento de que esta operación no iba a tener un coste real para los españoles.

El alto tribunal basa la sentencia en que sólo se ha recuperado un 7% de lo gastado, y condena al exministro a prisión permanente revisable.

Nota. Ya sabemos que el resultado del rescate fue premiar al protagonista con la subdirección del Banco Central Europeo pero, en vista de que los bulos tienen más éxito que la información fidedigna, he cambiado de bando para conseguir el triunfo en las redes sociales y los grandes medios, con la esperanza de que el Banco de España o alguno de los grandes bancos me fiche para su gabinete de Comunicación.

Ya sé que no soy periodista pero se me da bien la ficción, de joven me dieron varios premios literarios.

Reconozco que, a estas alturas, el término “real” resulta un tanto ambiguo. Trataré de hacerlo mejor en el siguiente.

Lo siento, no volverá a ocurrir.