La estrategia del miedo

Ayer, festividad de San Isidro en Madrid, sobre las 17:15, al pasar cerca del intercambiador de Atocha, nos encontramos con un control de la Policía Nacional. Prácticamente paramos, porque de tres carriles habían cerrado dos, e hicimos la caravana hasta que llegamos al último policía. En vista de que no nos hacían ninguna señal recomenzamos la marcha y, en ese momento un agente golpeó el parabrisas con un señalizador. Paramos y, con ademanes chulescos, se dirigió a mi que iba de copiloto diciendo que por qué habíamos acelerado, traté de bajar el cristal de la ventanilla y le respondí que no habíamos acelerado y, con la misma actitud chulesca, me dijo que bajara el cristal que no me oía. Yo, a pesar de mi hipoacusia, si le oía a él por lo que pensamos que simplemente estaba empleando actitudes intimidatorias.

Al final, sin pedirnos ni aparcar al margen, ni la documentación nos “permitió” marchar, pero la desagradable sensación de estar en un estado policial tardó varias horas en disiparse. Que un festivo, cuando vas al teatro, te amargue la tarde un policía nacional abusando de su autoridad y no respetando tus derechos ciudadanos, no es propio de un país democrático.

El ministerio del Interior, en funciones, presidido por un ministro que tiene un ángel ayudante que se llama Marcelo y ya le ha concedido la medalla policial a varias vírgenes incumpliendo la legalidad vigente según algunos sindicatos policiales y que está generando falsos informes policiales para atacar a partidos legales, es un ministerio pagado por todos los españoles que tributamos para que nos amedrente y votemos lo que les interesa, seguramente el partido al que pertenece el ministro. La policía está utilizando la impunidad que le da la Ley Mordaza.

Esto, no pasaba desde los tiempos de Franco que creímos haber dejado atrás, pero Franco ha vuelto, acompañado por Hitler, en una proyección sobre las torres del castillo de un ayuntamiento manchego regido por el PP.

Con hechos así, la Policía Nacional vuelve a vestirse de gris, como en los viejos tiempos, mientras el anterior responsable de la policía se ve imputado en la comunidad valenciana por corrupción.

Nosotros interpretamos este incidente como un acto pre-electoral tan ilegal como el uso de los fondos B que ha usado el partido gobernante en todas las elecciones de esta transición que algunos, cada vez menos, aún califican de modélica.

Los mercados y los políticos corruptos han convertido España no en una república bananera, en algo peor: una monarquía bananera.