El PSOE un partido marxista-grouchista

Felipe González, en el primer congreso del partido celebrado en España al comienzo de la transición, forzó el abandono del marxismo amenzando con su dimisión y adoptó el marxismo-grouchista en su máxima: tengo una moral, pero si no les gusta tengo otra. Él decía: “Gato blanco o gato negro da igual, lo importante es que cace ratones”.

Este partido se ha caracterizado por proponer políticas de izquierda cuando está en la oposición y ejecutar políticas de derechas, sobre todo en el ámbito económico, cuando está en el gobierno. Por eso va en caída libre, como su homólogo francés que está tratando de imponer allí la reforma laboral que aquí impuso el PP, o como el griego y el italiano que ya están prácticamente desaparecidos.

Pedro Sánchez se desgañita con el discurso del “cambio” que es algo tan ambiguo como el “quítate tu para ponerme yo” que ha acordado con el PP en los 40 años de timo-transición. Anclado en el bipartidismo, en posiciones de centro derecha, como su rápido entendimiento con Ciudadanos y sus actuales ataques a Podemos demuestran (aunque los medios de propaganda del sistema se empeñen en etiquetarlo de izquierda), ya nadie medianamente informado confía en ellos y así lo demuestra la encuesta que publica hoy El País en que el perfil de sus votantes se parece bastante al de los del PP.

Ya no habla ni de derogar la Reforma Laboral, ni la Ley Mordaza, ni la Ley Wert, ni de reforma fiscal … como hizo en la campaña electoral de diciembre. Ahora habla de “cambio”, para ver quien pica, porque los que mandan en el PSOE han decidido que lo que les conviene, a ellos y a la banca, es la Gran Coalición con el PP. Su homenaje al expresidente Suárez es un gesto surrealista de complicidad con la derecha.

Mientras tanto harán ruido por si funciona lo de “a río revuelto …”.