El Tribunal Superior de Justicia de Madrid y el Tribunal Supremo han declarado ilegal el campo de Golf, que ordenó construir la lideresa en terrenos del Canal de Isabel II, han ordenado que vuelvan a dejar el terreno como estaba.
Este es un ejemplo de la desastrosa gestión de la Comunidad de Madrid que presidió la Reina de la Ranas. Lo empezó a construir sin la licencia municipal correspondiente porque el Ayuntamiento de Gallardón no lo consideró apropiado. Luego intentó legalizarlo con la ayuda de la alcaldesa Ana Botella. Ahora, la heredera Cifuentes se ve en la obligación de demolerlo y ha tenido que pactar con la alcaldesa Carmena para tratar de salvar las instalaciones de fútbol y pádel.
Mientras tanto, la línea 1 del metro, una de las más largas, ha estado cerrada todo el verano porque durante el largo mandato de Aguirre no se hizo el mantenimiento necesario y amenazaba ruina y accidentes. La línea 8, que construyó Aguirre y aceleró su finalización para que coincidiera con unas elecciones, cerrará un día de estos porque tiene graves problemas de impermeabilización.
Los juzgados madrileños están en situación lamentable porque esta señora tampoco realizó las inversiones necesarias para modernizar y mantener sus instalaciones, ya que prefirió dedicar los dineros a construir “La ciudad de la Justicia”, que está parada y en los tribunales, atacada por el cáncer de la corrupción. A pesar de esta desastrosa gestión, no se priva de acusar de lentitud a la justicia siempre que tiene ocasión.
Podríamos hablar del destrozo que hizo con la Educación, la Sanidad y los servicios sociales públicos, pero este tema es bien conocido.
Si su gestión como presidenta de la Comunidad ha sido desastrosa, como portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid sigue en la misma línea y, como ejemplo, cuando estas navidades Carmena semipeatonalizó la Gran Vía, cuando los índices de polución dañaban la salud de los madrileños, ella se quejó de que los aparcamientos (privados, por supuesto) estaban vacíos.
Las acciones de un político tóxico dañan la escasa confianza que hay en el sistema democrático y atentan contra los derechos de los ciudadanos.
¿Por cuánto tiempo tendremos que soportar esta plaga?