El bicho malo, está poniendo en evidencia muchas carencias en el estado social que dice la Constitución, pero también está ocultando alguna de sus causas.
No sé si es muy conocido que la UE no incluye el gasto en armamento en su contabilidad del déficit. De esta manera, los tremendos recortes que hemos soportado la última década en Educación, Sanidad, servicios públicos, etc. no han afectado al gasto armamentístico que ha seguido creciendo al ritmo que exige la OTAN.
Hoy titula Público.es: “El gasto militar mundial se dispara en 2019 y alcanza los 20.050 millones en España”. Ahí podemos ver como con “el programa de blindados Leopard, con un coste de 2.800 millones de euros, permitiría la compra de 100.982 respiradores” o “que el dinero destinado al Vehículo de Combate sobre Ruedas 8X8 daría lugar a la compra de 140 millones de tests de COVID-19”.
Las guerras de hoy, son mayormente económicas y de desinformación. Los carros de combate ya sólo se usan en las colonias y nosotros hace ya muchos años que no tenemos; claro que nos vemos “obligados” a apoyar a otros países de la OTAN que sí las tienen.
Resumiendo. Nuestra permanencia en la OTAN nos obliga a un enorme gasto militar que sólo sirve a algunas las empresas del IBEX, que tienen intereses económicos en la explotación de los países subdesarrollados en las que están las materias primas con las que hacen su negocio.
Lo más sangrante es que esas empresas tienen oficinas en paraísos fiscales y son las que pagan menos impuestos. Los que pagamos impuestos estamos financiando gran parte de sus gastos de explotación que, en muchos casos, provoca la pobreza de la población de dichos países y la destrucción del planeta.
Cuando termine esto habría que revisar, entre muchas otras cosas, la permanencia en la OTAN y el injusto sistema impositivo que soportamos.