Los discursos dominantes en los medios se generan en los grandes centros de poder económico y las grandes empresas mediáticas, más dependientes de sus accionistas que de sus audiencias, lo siguen como las ovejas al rebaño porque la precariedad de sus trabajadores-informadores favorece el rendimiento económico de la empresa. Aun así, la mayoría están en deudas y los bancos, fondos y grandes empresas aceptan esas pérdidas económicas como el precio de la propaganda.
Estos días una de las tramas informativas es que la Corte Penal Internacional pide la prisión de Putin por crímenes de guerra. Esto, tal como lo cuentan, no tiene sentido. Se puede catalogar como una decisión bien o mal intencionada, pero sin posibilidades reales. Porque este tribunal no dispone de medios para realizar la captura, necesita algún país que se lo facilite.
La Corte Penal Internacional es la consecuencia de un tratado negociado en Roma en 1998, que EEUU, Rusia, China, India, Israel y otros países no llegaron a firmar o retiraron después su firma. Esto hizo EEUU cuando fue acusado de crímenes de guerra en Afganistán.
Entonces ¿Qué sentido tiene esta “noticia”?. Los periodistas que la publican ¿no se han molestado en leer la información sobre este tema en la Wikipedia?. Tendrán al menos internet.
Es fácil pensar que los medios que publican la noticia de Putin y no dicen que EEUU tampoco acepta este tribunal están aprovechándose de la ignorancia de la audiencia para engañarla, porque el interés de EEUU en el relato del conflicto de Ucrania es ocultar su fundamental participación y catalogarlo como un conflicto europeo. La desinformación es un arma fundamental en las guerras y son los medios los encargados de elaborar la munición y disparar o volver disparar la que ya esté utilizada. Se puede reutilizar sin límites.