Este cuento trata del nacimiento de un niño cuya madre es virgen y su padre una paloma (?), cosa además de rara muy milagrosa, porque la religión que lo patrocina sólo admite matrimonios entre hombre y mujer; también un poco cutre, porque en la mitología griega esto se representa con un cisne en vez de una paloma, que sigue siendo increible pero queda más bonito.
Con este motivo, muchos ayuntamiento se lucen con el despilfarro energético, con lo que las eléctricas están que no caben en sí de gozo, porque ya no les entran los dólares en los bolsillos, y los ecologistas de los nervios por lo de la polución lumínica. Los de la Cañada Real no entienden nada, pero los comerciantes, con el Corte Inglés a la cabeza, les deben estar mandando cestas de temporada a los responsables de tal alegría luminosa.
En aquellos tiempos, Cristo expulsó a los mercaderes del templo. Es posible que después comprendiera que fue un error, porque no sabemos que lo haya vuelto a hacer y los mercaderes lo agradecen porque saben que esos mitos favorecen el negocio.
Así que ajo y agua, a terminar el año lo mejor que podamos y con el deseo, una vez más, de que tengamos el nuevo año que nos merecemos. A ver si este año ya sí. Al menos, en Chile, se abre la esperanza.