Mucho menos en la televisión, en la radio o en las redes sociales. Sólo en algunos digitales.
Las verdades más importantes y más duras, porque desvelan las entrañas del poder, aparecen en las cintas del Gran Delincuente.
Sus “amigos”, se estarán dando cuenta de que era mucho más peligroso de lo que parecía. “Jueces”, “periodistas”, “inversores”, “empresarios”, “políticos/as” (en España parece que todo hay que ponerlo entre comillas, nadie es lo que parece), están perdiendo sus caretas y el que se dice hijo de Florentino y hermano de Inda, parece ser un verdadero hijo de.
Las cloacas del poder, la guerra sucia ahora llamada guerra híbrida la bendice la OTAN, lo que es muy grave. Volvemos a la Edad Media: el poder de la fuerza. Es lo que quieren las grandes corporaciones: ejércitos privados, Estado débil, desregulación (¡leyes fuera!) y además, que lo sigamos llamando Democracia para que algunos se lo sigan creyendo (función perversa de los Medios).
Radios y televisiones funcionan con licencia del Estado por ocupar parte del espectro electromagnético. El Estado se la podría quitar a las que intoxican como se prohíben los alimentos tóxicos. En otros países lo hacen.
La corrupción, en este sistema político, es un virus muy contagioso, pero se puede luchar contra él. Las cloacas mediáticas (las policiales también, por supuesto) pueden desaparecer si el Congreso hace leyes adecuadas para defender el derecho constitucional a una información de calidad (las hay en otros países) y las hace cumplir (esto aquí ya parece más difícil). Lo de siempre, falta voluntad política y siempre perdemos los mismos.
Mientras tanto: Lo dijo el 15M, nos mean (cada vez más) y dicen que llueve.