El PP aznariano, por su mala cabeza y su mucha corrupción, ha dado en tres derechas que pelean entre ellas, una para sobrevivir y las otras dos para conseguir “encabezar la oposición”.
La gente de derechas, por familia, siempre ha tenido ventaja para conseguir buenos puestos en la industria privada, que es donde se vive bien, pero los que no llegan a eso, los segundones, se tienen que conformar con la política.
Estos pijos acostumbrados a que se lo den todo hecho, incluso carrera y master, no pueden entender que ahora tengan dificultades y se enrabietan y la montan a diario porque ven que pierden sus privilegios.
El PP agoniza y cualquier persona sensata no se compromete con un proyecto pestilente. Por eso está ahí Casado haciendo fichajes estrella surrealistas como Álvarez de Toledo y Díaz Ayuso. Lo entiendo porque, acostumbrado a convivir con Hernando y Esperanza Aguirre, esto le parecerá natural, pero ahora ya no están en el gobierno. El PP tiene un problema en su agonía: necesita cambiar de lider. Mientras tanto, sus estómagos agradecidos corren hacia VOX o Ciudadanos como pollos sin cabeza como las ratas que huyen del naufragio. ¡Patético!
El IBEX y la banca alimentan a Ciudadanos para intentar mantener sus privilegios, pero no se crea un líder de la nada y cuesta años hacerlo madurar. Intentan afianzarlo con políticos extranjeros (Valls) o gestores empresariales fracasados (de Quinto), pero los fichajes de extranjeros parece que sólo funcionan en el futbol.
La ultraderecha, que causó algunos muertos en la transición, vuelve preñada de corruptos y generales franquistas reclamando la vuelta a la dictadura. Su mayor peligro quizá sea que la industria española puntera: las grandes constructoras, pueden encontrarlos de utilidad porque muchas de ellas vienen de allí.
El ruído es muy molesto. Esperemos que amaine si votamos acertadamente en las elecciones. Porque hay algunas “izquierdas” que ya sabemos hasta donde pueden llegar: hasta las proximidades de la derecha.