ARMAS para la PAZ

Este es el sinsentido que usan como argumento Suecia y Finlandia para acceder a la OTAN. Querer pertenecer a una organización terrorista, que no respeta la legislación internacional, no es muy fácil de justificar, así que cualquier argumento puede valer.

Que dos países europeos, tradicionalmente neutrales, ahora se pongan de parte del imperio que declina, sólo se puede entender por la corrupción del sistema y el aislamiento de los gobernantes con sus gobernados. Para los finlandeses, que son tantos como los madrileños pero tienen miles de kilómetros de frontera con Rusia, no debe ser un buen trago cambiar la buena vecindad por la intriga. Esto, en un país con uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Por eso querrán hacerlo rápido, para no tener que someterlo a referéndum, que sería lo lógico.

No sabemos cuántos dólares le estará costando a la OTAN pasar de la muerte cerebral, que diagnosticó Sarcozy, a construir un enemigo y expandirse por el mundo. Claro que tiene un poderoso accionista que no repara en gastos porque es el primer negocio mundial: el complejo industrial-armamentístico, como lo denominó el General Eisenhower en su discurso de despedida de la presidencia de EEUU cuando alertó de su peligrosidad para la democracia.

Que la mayor parte de Europa se sume a las decisiones del imperio en decadencia, en contra de los intereses de la mayor parte de la población, que tendremos que pagar la factura, es un signo evidente de la corrupción de las altas instituciones: Unión Europea, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Central de la Unión Europea …. Y de los gobernantes que tratan de conseguir un lugar en ese mundo, mandando armas a Ucrania, por ejemplo. Eisenhower acertó de lleno.

La OTAN celebrará su cumbre en Madrid, a finales de junio, y ya sabemos que el que lo está gestionando fue muy activo en la venta de armas a Arabia Saudí a pesar de la destrucción de Yemen. Ese es el negocio y el papel de esta “alianza” militar que acogeremos en mes y medio. ¡Bueno se pondrá Madrid! ¡San Apapurcio nos proteja!, porque de las fuerzas de seguridad, mejor alejarse.