no pegues más al chiquillo, que ya apareció el peine
Esta oración me la enseñó el cura etarra con el que compartí pensión, el curso 1969-70, cuando estuve de maestro en un pueblo no lejos de los Picos de Europa y cerca de San Sebastián de Garabandal donde, en los primeros sesenta, se apareció la Virgen repetidas veces a varias niñas.
El trabajo de la Virgen fue una gran promoción para el pueblo, que no tenía ni carretera de acceso, y como consecuencia de aquello, vinieron los americanos, compraron muchas de sus casas abandonadas y las pusieron como nuevas. A las niñas, tampoco les fue mal, se casaron con norteamericanos.
En esa zona, nadie se creyó que los americanos llegaron a la Luna, porque todo el mundo sabía que la Luna, unas veces está y otras no está y se hincha y se deshincha.