Si la justicia española no ha sido capaz de encausar al torturador más clamorosamente acusado por sus víctimas y si los gobiernos del bipartidismo, le han seguido premiando y no han consentido que la justicia argentina lo haga, que no me hablen de independencia judicial, ni de Estado de Derecho.
Este es uno de los casos, lamentablemente no es el único, que ponen en evidencia los largos brazos del franquismo y la permanencia de las mafias de todo tipo que provienen de él.
Una democracia que no puede castigar a un torturador, que está destruyendo los servicios públicos fundamentales y que no garantiza ni alimentación, ni salud, ni vivienda para todos los españoles ¿Para qué nos sirve?