Ardió parte de la cubierta de la catedral parisina, incluida la famosa aguja construida por Viollet-le-Duc en el siglo XIX.
Periódicos y televisiones han tratado con tremendo dramatismo el incendio, llegando a reproducir una frase de un ministro francés que llegó a decir que por poco no se destruyó todo el templo.
Los periodistas actuales son tan precarios que no se han dignado ni a consultar la wikipedia. El 15 de abril de 1919 hubo un incendio similar y también se destruyó la famosa aguja, que reconstruyeron y por tanto estos días cumplía 100 años. No es gótica.
Si los periodistas tuvieran un poco de cultura sabrían que la cubierta no es un elemento estructural en el gótico. Sí lo son las bóvedas, pero estas casi no han sido dañadas de no ser por el agua de los bomberos; la cubierta tiene la misión de protegerlas. Por tanto lo de derrumbarse las torres, muros o contrafuertes no tiene ningún sentido.
Aparte de los incendios, el gótico francés ha tenido varios enemigos. Uno de ellos fue Viollet-le-Duc que con sus ensueños medievales reinterpretó el estilo original y, en Notre Dame, a demás de incluir la gran aguja, modificó sustancialmente la fachada principal.
Los bombardeos de la 2ª guerra mundial también destrozaron muchas de las catedrales francesas y yo he visto en algunas paneles que explican la reconstrucción posterior. Es normal que construcciones de hace 800 años hayan sido modificadas muchas veces a través de los tiempos.
Macron ha tenido suerte con la chispa divina. Ayer tenía que dar una charla sobre el problema de los chalecos amarillos y la tuvo que suspender por el incendio. A Hollande, en sus horas más bajas, le salvó un atentado terrorista. Hoy muchos parisinos han olvidado sus problemas con el espectáculo.
También las televisiones españolas. Entre el suceso parisino y la campaña electoral, ya no han tenido que hablar de los problemas reales de los españoles.
A algún subcontratado, que estaba trabajando en tareas de restauración para las que no estaba preparado, le ha saltado la chispa que indica que a Dios no le gusta que haya precarios en su casa. A lo mejor tampoco le gusta la Semana Santa, porque eso de que le recuerden todos los años como dejó asesinar su hijo …