Se ha dicho muchas veces que todo el teatro es político. Sobre todo por parte de la izquierda porque la derecha niega la política. Como decía Franco: haz como yo, no te metas en política.
Ayer vi en el Mª Guerrero “Islandia”. Una obra de la catalana Luïsa Cunillé en que un adolescente islandés va a EEUU en busca de su madre en los primeros momentos de la crisis bancaria y se encuentra con varios personajes que tratan de sobrevivir en el naufragio. Me pareció un coñazo insoportable de casi dos horas.
Hoy en la crónica de El País, Raquel Vidales lo justifica como la exposición de algo terrible que ya pasó pero que puede volver a pasar. Esta explicación es la que corresponde al discurso del PP y los banqueros. La crisis ya pasó. Pero muchos españoles sabemos que los desahucios continúan, que la sanidad, la educación y los servicios sociales siguen teniendo recortes y, sobre todo, que la pérdida de derechos de los trabajadores que ha causado la Reforma Laboral tiene como consecuencia que tener un empleo ya no garantiza mantener una vida digna.
No entiendo que una catalana, para hablar de la crisis, tenga que elegir a un adolescente islandés que se enfrenta con la crisis en EEUU. Ese es el modelo del teatro en tiempos de Franco. La crítica social se hacía con argumentos que ocurrían en otros países, porque en España eso no estaba permitido.
La crisis en EEUU, en Islandia y en España, han tenido características bastante diferentes aunque las consecuencias hayan sido las mismas: el fortalecimiento de las élites financieras.
En el Teatro del Barrio, se habla de la crisis/estafa en España. En el Centro Dramático Nacional y en El País se sigue hablando de las crisis en el extranjero.
En muchos aspectos, los modelos franquistas siguen vigentes.
Muy de acuerdo respecto a la presentación del problema en el extranjero La obra muy flojita y las diferentes acciones que se desarrollan topicas ,típicas y previsibles.Regular
Me hace pensar en las películas yanquis que vi durante el franquismo denunciadoras de las corruptelas de aquel país. Y yo pensaba al verlas que aquí, en nuestra querida patria por lo menos eso no ocurría. Confundía la ausencia de publicidad con la no existencia. Ahora vivimos mejor (informados), pero los cambios siguen siendo tan dolorosamente lentos como entonces. ¡Qué país! ¡Qué paisaje! Etc.