El negocio de la muerte

El Mediterráneo se está convirtiendo en un cementerio marino. Africanos y asiáticos desesperados tratan de llegar a Europa y muchos mueren en el intento. Como el mundo libre está lleno de vallas, algunos lo intentan por mar y emigran a la muerte.

Ya que la ONU (en manos de las grandes potencias) es incapaz de hacer nada, los políticos inútiles y corruptos que “gobiernan” la Unión Europea dicen que van a tomar cartas en el asunto de la única manera que saben: la guerra. ¿Contra quién? Contra los “contrabandistas de almas” (El País, dixit hoy).

El caos de Libia que llena las barcazas de la muerte, lo creó la OTAN matando al dictador y creando una situación permanente de guerras internas. No fue una solución, aumentó los problemas. La Historia habla bien claro: La guerra nunca es una solución, casi siempre es un negocio.

Nada de ir a las raíces del mal, combatamos los síntomas porque las raíces son intocables. Porque los verdaderos culpables no son las mafias que trafican con personas, son las mafias financieras que explotan las riquezas africanas y empobrecen a sus poblaciones corrompiendo a las élites y llevándose los recursos económicos más importantes de cada país. Es el expolio de las materias primas lo que lleva al hambre, la desesperación y en algunos casos al terrorismo a la población africana.

La solución al problema migratorio es fomentar un desarrollo sostenible de los países africanos que comienza por no explotarlos. El día que los africanos puedan vivir dignamente en sus propios países no necesitarán emigrar. Pero eso va contra el negocio, el capitalismo salvaje no puede dejar de crecer y las materias primas africanas y los servicios públicos de los países desarrollados son ahora metas de su insensata e imposible carrera.

Ese negocio, el de Wall Street, es el negocio de la muerte y los ministros de los países europeos los comparsas, empapados de sangre, de tales crímenes.