Una crónica con aroma franquista de Ana Sterling

Cierto que la Fiesta Nacional, con la Virgen y el Ejército como protagonistas, se presta a ello, pero tal como lo narró ayer en el informativo de las 14 horas de RNE, llegó a tener tintes golpistas. El acto oficial, como cualquier otro, se podía contar de muchas maneras y ella lo planteó con más opiniones (las suyas) que información.

Frialdad del saludo de Pedro Sánchez y Díaz Ayuso. ¿Esto, en el discurso mediático, significa una clase política incapaz de ponerse de acuerdo? -ya lo decía Franco: Haz como yo, no te metas en política-. Pero es falso, “dos no se ponen de acuerdo, si uno no quiere” y Casado-Ayuso no pueden aceptar acuerdos con el gobierno, están en guerra contra él porque su supervivencia política depende de poder derribarlo. Están en minoría en su propio partido y, ya que el terrorismo desapareció y el bulo de los ocupas no ha dado resultado, necesitan crear otros conflictos para distraer la atención sobre su propia ineficacia y el procesamiento de gran parte de la cúpula de su partido.

La derecha, en la oposición, necesita conflictos en y con el gobierno, para tratar de legitimarse y desviar la atención de la corrupción que la corroe y muchos medios, con problemas económicos, les prestan su voz, porque necesitan el conflicto para vender. Todos los periódicos en papel españoles, están en ello. Que los medios públicos colaboren es más difícil de entender. Hasta un poco alarmante y bastante ofensivo para los que lo pagamos con nuestros impuestos.

El protagonismo del ejército. Las Fuerzas Armadas han participado en esta fiesta desde la dictadura (militar, por supuesto) y ahí siguen. Parece que el régimen no ha cambiado. ¿Por qué es tan importante el ejército en la fiesta nacional? Muchos pensamos que son más necesarias la sanidad y la educación, pero este Régimen del 78 se obstina en hacernos ver que el ejército es capaz de solucionar los problemas que no pueden resolver los políticos, argumento alarmante y falso porque la población está pidiendo más sanitarios y menos militares, y resaltar que hace días se ha cumplido un aniversario de la creación de la Legión, brazo del ejército típicamente franquista, es darle un protagonismo que no tiene sentido en una fiesta nacional de un estado democrático.

Ejército, Educación, Sanidad, Transportes, … son servicios públicos y unos más importantes que otros, pero en democracia, todos deben estar dirigidos por el Gobierno, no por el Jefe de Estado, y el Ejército es el único que no ha sufrido recortes. ¿Todo bien atado?

Se entrevista a la Ministra de Defensa, como representante del gobierno, que menciona su presencia en el homenaje a la Legión (¿en estos días no se ha homenajeado a nadie más? Mala cosa), se ve obligada a quitarle importancia a la participación militar en la fiesta ante las maniobras de la directora del programa. En una fiesta nacional, la Ministra de Trabajo y Economía Social, quizá represente mejor a este gobierno, porque sus funciones atañen a la mayoría de la población.

Por dos veces en el programa se insiste en los varios cientos de manifestantes que piden la dimisión del gobierno. Los desfiles militares de otros años han sido mayormente reuniones de fachas, porque el Ejército sigue siendo franquista, no hay más que ver los conflictos de altos mandos cuando la exhumación de Franco, pero “algunos cientos” de manifestantes, es muy poca cosa en Madrid que tiene “algunos millones” de habitantes.

Se resalta la participación en el acto oficial de los cinco ministros de Podemos. ¿Ignorancia o sesgo ideológico? En este “informativo” ¿no se han enterado que quien está en el gobierno es Unidas Podemos?. Es común en el discurso derechista de los medios “ocultar” la existencia de Izquierda Unida pero, para ellos, el enemigo a batir es Podemos, es decir, Pablo Iglesias.

Tampoco podía faltar en este desinformativo el sesgo machista. La ministra de Igualdad llega con vestido morado, el color de su partido. ¿Cuántos políticos llevaban traje azul, color del PP?.

Radio Nacional de España no es la radio de todos. Algo huele a franquismo en los medios públicos. Y no hablemos de los privados.