Todos los días llegan miles de noticias a los medios. Por eso se ven obligados a elegir unas y descartar otras y a incidir más en unas que en otras. Veamos un ejemplo de actualidad.
Mueren varios cientos de emigrantes (no se sabe cuántos) en un naufragio cerca de Grecia
Mueren varios aventureros notables: el empresario, tres turistas muy ricos y el guía, cuando viajaban al fondo del mar para avistar el Titánic.
¿Qué noticia será más importante?
La muerte en el mar de cinco notables en una aventura elegida ha tapado la de varios cientos de personas pobres que trataban de llegar a Europa por desesperación.
Los turistas ricos tienen cara, los emigrantes no.
Esa es la función de propaganda de los medios al servicio del capital: ocultar lo que no les interesa y mostrar que los ricos y los empresarios sí que sufren.
A ningún naufragio en el Mediterráneo se le ha dedicado la flota de barcos y aviones que buscaban a los amantes del Titánic. Todavía hay clases.
¡Curioso! O no, más que curioso, hipócritamente nauseabundo. La inversión económica de preparación de la «aventura», el pago de «billete de embarque» de cada uno de los iluminados dementes viajeros, más la inversión en el rescate imposible, ¡cuánta inmigración podrían hacer innecesaria o, en el peor de lis casos, más segura! Pero luego se nos llena la boca con el discurso de la «sostenibilidad» y ya estamos «sosteniblemente satisfechos».
Todavía hay clases no: ¡HAY CLASES!
Así es desgraciadamente, los inmigrantes siempre son números, y números vagos. Mueren entre trescientos y cuatrocientos inmigrantes al volcar una patera…., así nos informan, como si fueran paquetes que caen al mar. Es una triste vergüenza.