Hoy, Viernes de Pasión, prefiero recordar a este científico aragonés, educado en París, Basilea, Estrasburgo, Toulouse…, Médico, cartógrafo, físico, …, quemado en la hoguera en Ginebra el 27 de octubre de 1553, por seguidores del judío, por delitos de opinión. Es evidente que 1500 años después, no se puede acusar al líder de las ideas tan nefastas de sus discípulos y hay que reconocer que 2000 años más tarde siguen manteniendo un negocio bastante saneado. Claro que si su padre fuera omnipotente, como dicen, quizá no lo consentiría.
Quiero agradecer a Alfonso Sastre, que consiguió un retrato modélico en “La sangre y la ceniza” (Ediciones Cátedra, 1979), una de las mejores obras teatrales españolas del siglo XX, que lamentablemente sigue siendo demasiado desconocida. Parece que, en este país, sigue habiendo muchos ignorantes y partidarios de la hoguera.
Por eso, quiero felicitar a Juan Margallo que, prohibida por la censura franquista, consiguió estrenarla en el Teatro Villarroel de Barcelona en enero de 1977. Lástima que se haya visto tan pocas veces.
Por cierto, la Wikipedia tiene muy pocos testimonios gráficos del suceso.