En elDiario.es se denuncia cómo trabajadores sociales de centros municipales de ayuda social está derivando a los necesitados a las redes de ayuda ciudadana.
“Muchos de estos empleados públicos, cuando ven que la administración no es capaz de responder a las demandas de ayuda de personas realmente necesitadas que se les acercan buscando alguna solución, derivan a estos ciudadanos hacia las redes de voluntarios que, de forma ágil y sin demasiada burocracia, llevan más de un año atendiendo situaciones desesperadas.”
El alcalde, fan de la “colaboración público-privada”, debe entender así estas carencias de medios propios. Claro que dicha colaboración suele ser muy beneficiosa para el sector privado cuando es poderoso (grandes constructores, por ejemplo, véanse los hospitales de Esperanza Aguirre) y es a costa de sus propios recursos cuando se trata de redes ciudadanas que tratan de solucionar las carencias básicas (ropa y comida, por ejemplo) de sus vecinos.
No obstante, este inútil munícipe, trata de expulsar a algunas de estas organizaciones solidarias de sus locales (caso del banco de alimentos de la plaza Legazpi), quizá con la idea de que ocultando el hambre y las necesidades básicas éstas desaparecerán, ya que la propaganda de la mayoría de los medios de difusión y la siembra de grandes banderas por la ciudad no consiguen taparlas.
Mientras tanto, la Iglesia sigue pidiendo que se les coloque la cruz en la declaración de la renta, pero no se nota mucho su esfuerzo por paliar estas urgentes necesidades sociales.
Resulta vergonzoso para muchos madrileños, quizá los que aún conservamos ese sentimiento, tener que soportar a políticos como los que, por ahora, manejan el Ayuntamiento y la Comunidad. Nos torean, les pagamos nuestros impuestos y se los reparten con los ricos.