Mientras en España hay políticos catalanes en libertad condicional, o lo que sea, un rapero a punto de entrar en la cárcel y unas “leyes mordaza” que puso el PP y que el PSOE no se decide a derogar. A esto, lo llamaba mi abuela ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el suyo.
Un rapero, Pablo Hasél, condenado por delitos de “expresión”, por un tribunal “raro”, la Audiencia Nacional, presidido por Concepción Espejel, “Concha” para Dolores de Cospedal, conminado por tal tribunal a entrar en la cárcel, mientras hay políticos y empresarios corruptos que no acaban de recibir órdenes semejantes y jefes militares y otros ultraderechistas que pueden reivindicar la dictadura franquista, e incluso reclamar millones de fusilamientos, sin que les toquen un pelo.
Los delitos de “expresión”, que no atentan contra el honor de las personas, sino de instituciones como la Monarquía, no caben en una democracia y así se lo ha recordado a España la Unión Europea a España hace años, conminándola a que modifique la legislación, porque expertos juristas creen que esta legislación atenta contra los Derechos Humanos.
Que en este país, haya tribunales que condenen por ofensa a la Monarquía o a los sentimientos religiosos, demuestra que aquí la democracia es “puro teatro”.