Y podría volver a repetirse.
El 26 de mayo, Javier Cuesta denunciaba en Público, el allanamiento de morada y la paliza por parte de cuatro jóvenes bien vestidos, después de una manifestación de VOX. ¿El motivo? Una bandera republicana en el balcón.
Un mes más tarde, en el mismo periódico, a pesar de la denuncia ningún policía se ha acercado a su casa para ver los destrozos del allanamiento, recoger huellas, o cualquier otra investigación para dar con los asaltantes.
Recordamos como en la Transición, la policía dirigía o, al menos, protegía el terrorismo de ultraderecha que tantos muertos produjo.
Resulta extraño que en una ciudad como Granada, la policía no tenga localizados a los extremistas. Si no hace por localizarlos -cuanto más tiempo pase, más pruebas desaparecerán- nos obliga a pensar que puede estar protegiéndoles. Sobre todo, si la víctima recuerda “un episodio reciente a principios de marzo cuando un jeep militar fue colocado en el centro de Granada con banderas y propaganda de Vox”.
Recuerdo, hace unos cuantos veranos, el cante de El Cabrero en Estepona: “Se murió Miguel Hernández, también mataron a Lorca, el que manda es el que manda, lo mismo entonces que ahora”.