Los aplausos no son suficiente

Los trabajadores del sistema público de salud son dignos del mayor respeto y consideración. También merecen unas condiciones de trabajo dignas. No así los gestores y los políticos, como Aguirre y sus ranas, que lo han ido debilitando con recortes y privatizaciones.

Si algo tiene de positivo el bicho malo es que está poniendo en evidencia las insuficiencias de los sistemas sanitarios. Por algo, en Europa, van en cabeza de afectados Italia y España. Y Madrid, que es una de las autonomías que menos invierte en salud, mientras protege la sanidad y la geriatría privadas, con una gestión desastrosa, como hemos visto en los “accidentes” en residencias de ancianos. Este es el alto coste en salud que estamos pagando por convertir la enfermedad en negocio. Pronto notaremos el descenso de la esperanza de vida.

Este sistema es tan pernicioso que si el negocio está en la enfermedad, curarla es un despropósito, hay que hacer que dure para que siga creciendo el PIB .

El Estado y el bipartidismo han fomentado esta estrategia asesina. Ya es hora de que el Estado tome medidas para recuperar cuanto antes la sanidad pública, porque dejarlo sólo en manos de las autonomías puede ser peligroso.

Hay que invertir en personal sanitario, reabrir las camas hospitalarias cerradas y mejorar las instalaciones y la atención primaria. Esto es inversión, no gasto, como dice la Unión Europea que, con sus políticas austericidas, protege a las corporaciones en perjuicio de los europeos.

Mientras tanto, la derecha cerril, le hecha la culpa al 8 M, y sigue defendiendo el negocio.

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