Aparecen de nuevo Aznar y González, otra vez de acuerdo, para clamar contra el gobierno aún no nacido. Parece que sólo su posibilidad les pone de los nervios.
Y esto, que es comprensible en Aznar por el fracaso de sus cachorros, lo es menos en González que se opone a un gobierno dominado por su propio partido del que dice sentirse huérfano. Rosa Díaz ya encontró una nueva familia.
La explicación es clara. Los dos trabajan para el capital. Antes fueron políticos y ahora, tras varias puertas giratorias, se dedican a sus negocios y parte de su valor en bolsa se debe a su capacidad de seguir interpretando su personaje anterior. Su presencia mediática responde a eso mismo. En las próximas semanas veremos otros fantasmas mediáticos protestar por la posibilidad de un gobierno, ni siquiera de izquierdas, simplemente progresista, lo que indica la debilidad de este sistema “democrático”.
El capital no se manifiesta. Sigue dedicado a sus negocios y extorsiones. Son sus sirvientes los que tratan de aprovechar las migajas de la mesa del señor.
En las próximas semanas veremos aparecer nuevos muñecos para representar la misma farsa antidemocrática de tratar de formar gobierno al margen de las urnas, porque la sola posibilidad de perder privilegios hace bajar las cotizaciones. Volvemos al siglo XIX: la «democracia de los propietarios».
Hasta es posible que Sánchez se vuelva a desdecir alegando incomprensión, desconfianza, insomnio o cualquier otra tontería. El capital tiene muchas “razones” difíciles de rechazar. La guerra contra el futuro gobierno ha comenzado.