Se trata de una obra de teatro, dirigida por Andrés Lima, basada en el libro “La doctrina del shock” de Naomi Klein (Paidós).
En el libro se denuncian las prácticas del capitalismo salvaje para mejorar sus beneficios a costa del sufrimiento de los demás, a partir de las teorías económicas de Milton Fridman y la Escuela de Economía de Chicago.
Estas teorías económicas que predicaban el libre mercado en un mundo en Libertad, fueron experimentadas en Chile tras el golpe de Pinochet, en Argentina durante la dictadura militar de Videla y en muchos otros lugares del mundo como Inglaterra con la Thatcher y EEUU con Reagan.
Como se dice al final de la función a Milton Fridman le proporcionaron el Nobel de Economía y a Chile la dictadura de Pinochet.
El austericidio producido en España tras la crisis, a instancias del FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea, que ha estrangulado nuestra economía por una bajada de salarios y una precariedad en el empleo que impiden el funcionamiento de nuestra economía interna porque la gente no tiene dinero para comprar, es otra aplicación de estas teorías económicas, que, a estas alturas, ya se han demostrado completamente falsas pero se siguen aplicando porque benefician a los que las imponen.
Hay en youtube un documental sobre el libro de Klein de Michael Winterbottom y Mat Whitecross, doblado al castellano.
La obra de teatro dura casi tres horas con un pequeño descanso y, según el director, “Hay una dosis de información importante, pero sobre todo nos interesaba la emoción de toda esta historia”.
Con un fuerte ritmo, en un escenario giratorio, van sucediéndose las escenas, reforzadas por cuatro grandes pantallas. La emoción, puede que se consiga, sobre todo cuando un actor lee el testimonio de un torturado, pero ¿Qué se pretende con este montaje del Centro Dramático Nacional? ¿Pasar un rato entretenido viendo los razonamientos de unos hijos de puta (la CIA, los Chicago Boy’s, Nixon, Kissinger, etc.) o a Kempes jugando con el balón por la sala? ¿Trivializar una tragedia para hacerla consumible para los espectadores del teatro nacional?
La emoción suele ser contraria a la comprensión. Llamar a la acción desde la emoción puede ser peligroso, lo suele hacer la ultraderecha. Pero aquí, con mucha música y baile, no se llama a nada.
Utilizar la narrativa televisiva para colapsar la capacidad de procesamiento del espectador, durante tres horas, es un buen método para el adormecimiento. Los documentales de animales de TVE2 los ponen a la hora de la siesta para eso.
Dice Brecht: «El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma».
Naomi Klein trata de hacernos comprender la trampa de los neoliberales, Andrés Lima lo usa para el entretenimiento.