Hasta el siglo XX, la inmensa mayoría de las manifestaciones artísticas fueron financiadas por el poder religioso, el político o por los dos. Existieron artistas que iban contra corriente, pero, en muchos casos su obra fue destruida. Goya murió en Burdeos.
A finales del XIX empieza a haber movimientos artísticos independientes del poder con la consolidación del movimiento obrero, pero hoy mismo es muy fácil encontrar la pintura de la burguesía, el impresionismo, por ejemplo, y resulta mucho más difícil ver la pintura social de esa época, la que denuncia la explotación laboral de los obreros.
Hoy los bancos y las aseguradoras (Mapfre, Caixa, Santander, BBVA, March, …) son importantes coleccionistas y programadores de exposiciones. ¿Por amor al arte? Porque con sus exposiciones, fortalecen su sistema ideológico y tratan de revalorizar sus propios fondos.
Hoy, el pensamiento dominante, establecido y alimentado por el mercado y con su armada mediática como instrumento, determina lo que es arte y anatematiza lo que le viene mal catalogándolo como provocación.
Pero no toda provocación es mala, si es puramente formal y convierte el arte en espectáculo (Koons, Hirst, Murakami …) eso es bueno para el mercado. Lo que es malo es el arte que critica al sistema y muestra sus imposturas.
Eso es lo que se trata de ocultar y cuando consigue hacerse ver, se prohibe. IFEMA y ARCO lo han explicado con toda claridad.
No olvidemos al comprador de la obra retirada, un importante empresario catalán que por un precio mayor del del arte renueva nombre, se hace hueco ideológico y reduce el impuesto de sociedades.Una jugada redonda hasta el final