¿Por qué hay que defender una ley injusta? ¿Es que los jueces no tienen conciencia?
Tenemos un parlamento con metástasis por corrupción que hace las leyes que benefician a las élites, basándose en unas mayorías de diputados y senadores elegidos con una ley electoral con más trampas que una película de chinos. Les dijimos que no nos representan, pero ahí siguen.
El gobierno, con más de 800 imputados por corrupción en sus filas, ejecuta las políticas más infames apoyándose en una Unión Europea, nada democrática y manejada por los grandes corporaciones, porque sabe que mientras siga sirviendo a esos señores tiene el apoyo de los organismos internacionales y de los grandes medios de comunicación.
Los políticos corruptos entorpecen todo lo que pueden la administración de justicia, despojándola de recursos y manejando las carreras judiciales y los nombramientos de tribunales. Para esto la Justicia está ciega.
Como consecuencia, en 2016, en España creció el número de millonarios (9.600 nuevos que hacen ya un total de 202.200) y el 62,6% de españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes, mientras el Estado no puede ayudarles porque tiene déficit. Esta es la Ley de Montoro y al que trata de enfrentarse a ella, se le corta la cabeza, como en la época medieval.
Muchos progres, que se dicen de izquierda, dicen que respetan las instituciones y quieren trabajar desde dentro de ellas para cambiarlas; pero muchas de estas instituciones son poco respetables porque son escasamente democráticas y actúan contra la mayoría de sus “representados”.
En un país con sus instituciones más importantes quebradas por la corrupción resulta extraño que aún haya profesores de universidad que las quieran cambiar desde dentro y al calorcito de sus escaños, cuando mucha gente no tiene donde dormir. La derecha envalentonada (y con razón) y la izquierda enrocada en sus escaños.
Nos vendría bien que recordaran las palabras del poeta: A la calle, que ya es hora …