El viejo PSOE perdió la credibilidad ante sus votantes porque se decía de izquierdas pero se comportaba como de derechas.
Pedro Sánchez levanta el puño y canta la internacional, como Pablo Iglesias, pero no se atreve a votar contra el CETA, aunque sea un tratado que debilita al Estado democrático en beneficio de las grandes corporaciones.
Dice que es de izquierdas, pero no apoya la moción de censura contra el gobierno más corrupto e injusto de esto que llaman democracia porque no es el momento.
Apoya el gobierno de cambio del ayuntamiento de Madrid, pero reprueba al concejal de Economía y Hacienda que está cambiando las políticas dictatoriales y opacas de Gallardón y Botella y destapando sus prácticas corruptas.
¿Qué cambio quiere el PSOE? Este nuevo PSOE se parece demasiado al de Felipe González que compensaba su radicalismo verbal con políticas económicas neoliberales.