El País publica hoy un artículo de un historiador que viene a decir que el hundimiento del Deutsche Bank está excluido, que hay que salvarlo.
Este banco ha estado metido en casi todos los negocios sucios que se han detectado en los últimos años y en este momento la justicia norteamericana le impone una sanción de 14.000 millones de dólares. Su volumen de negocio anda por 1,8 billones de euros, pero sus fondos propios se reducen a 62.000 millones. Lo demás es especulación.
Como consecuencia del crack del 29, en 1933 el presidente Roosevelt estableció la Ley Glass Steagall (nombre de dos senadores que la impulsaron) separando la banca comercial de la banca de inversión. Es decir, por un lado la banca tradicional que recibe depósitos de los ciudadanos y concede créditos y por otro la banca especulativa. De esta forma, en caso de quiebra, el estado sólo garantizaría los depósitos de la banca comercial, no las operaciones especulativas.
En 1999, en el marco de desregulación financiera que fue imponiendo el neoliberalismo, el presidente Clinton derogó la Ley Glass Steagall y empezaron las burbujas. En este contexto, en 2008 cayó Lehman Brothers y comenzó la crisis actual.
Ahora, en El País, se pide que salvemos al Deutsche Bank que es víctima de su ambición desmesurada.
La banca cuando gana se lo llevan los accionistas … y cuando pierde ¿por qué lo tenemos que pagar nosotros?