Entiendo que el terrorismo consiste en estrategias para infundir terror y creo que en estos tiempos, tiene varias modalidades. Terrorismo político-militar es el que ejercen algunos grupos (los difuntos ETA, GAL, GRAPO, FRAP y los actuales grupos islámistas, etc.) como rechazo a un sistema político que se considera injusto. Este es el de pequeña escala, a una escala superior estaría la OTAN cuando bombardea la TV servia o cuando derriba el régimen del dictador Gadafi.
Hay un terrorismo económico que busca amedrentar a las masas poniendo en peligro sus sustento. Son las bajadas de salarios, las deudas hipotecarias, los impuestos regresivos, los recortes en sanidad y pensiones, el cese de las ayudas a desempleados, etc.
También hay un terrorismo legislativo, por ejemplo la Ley Mordaza, que pretende atemorizar a los ciudadanos y conceder impunidad a las fuerzas represivas.
Está el terrorismo mediático, muy frecuente en los medios de propaganda actuales, que se cobija en la libertad de expresión, aunque quizá sólo sea libertad de empresa.
Todos estos terrorismos son condenables en Democracia.
Pero la apología del terrorismo es un delito de opinión y los delitos de opinión también son incompatibles con la Democracia. O más claro: si hay delitos de opinión, no hay Democracia.
Encarcelar titiriteros en el ejercicio de su libertad de expresión pasó mucho en el franquismo, pero ahora resulta patético porque es la muestra de una postfranquismo que agoniza y se resiste a morir.