Esta expresión se oye con demasiada frecuencia cuando en los ámbitos de la sociedad o la política algo funciona mal.
Y es una falacia, porque si esto fuera una democracia, en la que todxs fuéramos responsables de todo, se entendería. Pero aquí, en este país, las decisiones importantes las toman unos pocos: los responsables de las grandes corporaciones, a las que sirve “el bipartidismo” por la vía de la corrupción. Por eso aumenta la desigualdad y la injusticia.
Pero la función de este discurso, que generalmente sale de los media (voceros de los intereses de sus dueños), es que de sus decisiones nos sintamos responsables todxs. Nos quieren culpabilizar, para que sigamos tolerando sus abusos y finjamos que creemos en esta “democracia” que realmente es una plutocracia (gobierno de los más ricos).
Por eso el presidente Sánchez clama contra Israel, pero no suspende las relaciones económicas y políticas con su gobierno genocida apoyado por EEUU.