Misterioso y silencioso
Iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tena un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
Casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
Y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
Un día al imposible fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.
Don Antonio Machado murió, con todo su dolor a cuestas, tal día como hoy de 1939, en su exilio francés de Colliure.
Rubén Darío, “el príncipe de las letras castellanas”, le retrata así. Muchos le seguimos recordando y en su tumba de Colliure nunca faltan cartas de españoles, flores y banderas de la República, en cuya proclamación participó.