Lo dice la Constitución Española de 1978, en su artículo 1.2, pero parece ser mentira.
Por lo que se ve, los que mandan son unos desconocidos (a los que nadie ha votado y que parecen “trabajar” en Bruselas), pero a lo mejor tampoco son esos.
Lo cierto es que se quiere derogar la Reforma Laboral y parece que no va a poder ser, porque antes lo tienen que aprobar allí y a los empresarios no les viene bien. Además va a ir Pablo Casado para asegurarse de que allí no lo aprueban y la ministra Calviño igual le acompaña porque en este punto, como en muchos otros, está más cerca del PP y de la patronal que de sus socios de gobierno.
Esto no es la primera vez que pasa. Todos los años se les manda el proyecto de presupuesto -que es una de las claves de la soberanía nacional: cómo nos gastamos los cuartos- para que le den el visto bueno, antes de discutirlo aquí en el Congreso, que es donde dice la Constitución que se ubica la soberanía.
Pero también hay enemigos internos. Que el Tribunal Supremo obligue a cesar a un diputado (representante de miles de personas que le votaron), porque un magistrado (protagonista de varias sentencias “raras”) le condene sin pruebas y la presidenta de la Cámara se lo entregue contra el criterio de sus propios asesores legales, y de muchos expertos juristas, tampoco ayuda a entender donde reside la soberanía nacional o si está de vacaciones en el extranjero.