El ministro Ábalos lo mismo dice que la vivienda es un derecho fundamental de las personas que un “bien de mercado que no podemos obviar”. Todo depende de si está en campaña electoral con Gabilondo o ejerciendo su función, como ministro, de “protector de los mercados”.
Es ofensivo que apoye la “promesa electoral” de Gabilondo de miles de nuevas viviendas, mientras que, como ministro, defiende que controlar el precio del alquiler -como hacen Berlín y Viena, por ejemplo- haría bajar la oferta (y los precios, pero esto se lo calla), en un país que es de los que menos vivienda pública en alquiler ofrecen de Europa. También aprobó la operación especulativa de Madrid-Norte -antes Chamartín- diciendo que lo hacía para apoya a Manuela Carmena, desaprovechando una ocasión fantástica de incrementar el parque de vivienda pública.
De esta forma impide el acceso a la vivienda de muchos miles de españoles para garantizar el beneficio de los fondos buitre que lo controlan.
Lo decía Groucho: estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros.
Desde que el PSOE abandonó el marxismo, en tiempos de Felipe González, el marxismo grouchista ha proliferado todos sus gobiernos. Así nos va.