Aunque el gobierno ha prohibido los festejos, unas decenas de borjas y cayetanas, que nunca se privan de nada, montan sus verbenas en los aledaños de Núñez de Balboa y D. Ramón de la Cruz, corazón del barrio de Salamanca y reino del pijerío fino.
Claro que en estas fiestas, se ponen castizos en sus insultos al gobierno, llamándole hijo de puta y otras lindezas, impropias de su clase, al ritmo del himno nacional que lanzan desde los balcones y con la escenografía de banderas, muchas con la gallina inconstitucional.
Algunas señoras van con el servicio, que no saben el mal ejemplo que le dan, porque, como aprendan la lección, no van a pedir libertad que es lo que piden los estómagos saciados, si no, lo que pedimos todos, mejores salarios y servicios sociales, sanidad, educación …
Estos pequeñoburgueses que se echan a la calle al atardecer para pedir libertad -los burgueses de verdad huyeron a sus mansiones-, no mostraron ningún descontento cuando Rajoy impuso las leyes mordaza, que esas sí que cuestionaban derechos y libertades ciudadanas sin que hubiese ninguna necesidad. Ahora, cuestionan al gobierno porque pone límites temporales a los movimientos de la gente, para defender la salud pública, porque piensan que es un ataque al Movimiento; no aceptan que se disolvió hace más de 40 años y siguen con él y sus privilegios.
No tienen arreglo, son de otros tiempos, lo malo es que quieren que volvamos a los de ellos. Y como dice, hoy mismo, Joaquín Bosch, en Eldiario.es “nadie renuncia a sus privilegios sin oponer resistencia.”