Cuando el Libre Mercado hace la vida insoportable

A estas alturas es posible que nadie crea en el Libre Mercado -preguntad a los agricultores españoles-, aunque los que hacen fortuna sigan defendiendo esa entelequia con sus medios de propaganda y con las armas.

El Libre Mercado no existe, como tampoco existen otras libertades que se utilizan como justificación para seguir robándonos medios de vida y derechos constitucionales. El Mercado no es libre porque está en manos de unos pocos multimillonarios que organizan actos de propaganda como la Cumbre de Davos o la Cumbre del Clima, puro teatro para distraer de sus desmanes.

Un derecho básico, que no figura aún en los Derechos Humanos, denotando el atraso de nuestra civilización, es el derecho a una muerte digna.

Estos días, se debate en Holanda el derecho a la eutanasia de los mayores cansados de vivir. Un trabajo de la Universidad y el Hospital Universitario de Utrecht propone el debate sobre el concepto de cansancio vital. Claro que ese mismo trabajo aclara que muchas de las personas que lo soportan tienen carencias socioeconómicas o sociales.

Es curioso que el capitalismo salvaje que nos explota, trata de impedirmos morir quizás para explotarnos más. Como el sistema que lucha contra el aborto y abandona al recién nacido, privándole de medios de vida, para poder explotarle mejor. El índice de pobreza infantil en España es muy elevado y las políticas económicas de la Troika impiden asistirles social y económicamente como merecen todos los seres humanos.

El sistema político-económico dominante hace que muchos no consigan encontrar sentido a su vida, pero también les impide elegir el momento de su muerte.

Los prejuicios religiosos, como el derecho de propiedad de un dios -que no existe-, sobre la vida y la muerte, fue una herramienta de dominación durante muchos siglos y la derecha paleolítica se aferra a él para mantener sus privilegios ancestrales.

La ley que tiene preparada el PSOE es para las enfermedades sin solución y con dolores insoportables, mientras los países avanzados ya están defendiendo la libertad de las personas para elegir su propia muerte.