S. Ignacio Ellacuría, martir de la cia

La Iglesia Católica necesita hacer muchas tareas para lograr ponerse al día. Una de ellas es revisar el santoral.

Que el milagro de San Cosme y San Damián consista en que le quitaron media pierna a un negro para trasplantársela a un rico o que San Cirilo de Alejandría sea un obispo que ordenó asesinar a Hipatia (415), directora de la importante biblioteca de esa ciudad, y después incendiar la biblioteca, dificultan mucho justificar su ejemplaridad.

Parece que el Papa actual quiere beatificar a Ignacio Ellacuría, jesuita español, rector de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador, asesinado en su casa por tropas de ese país teledirigidas por la CIA, junto a otros cuatro jesuitas españoles y uno salvadoreño y dos criadas.

Como los asesinos de Monseñor Romero y Rutilio Grande, todos siguen impunes. Uno de los militares salvadoreños, Inocente Orlando Montan, está en España en prisión provisional, la fiscalía pide para él 150 años de prisión, la Audiencia Nacional decidirá, en breve, si lo mantiene en prisión para enjuiciarlo o lo deja en libertad.

Desde mi calidad de ateo y apóstata, reclamo justicia para estos luchadores por los derechos de los pobres y un castigo ejemplar para los terroristas institucionales y sus inductores.

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