Una sentencia coherente

Coherente y desgraciada, porque sigue profundizando en un problema artificial en vez de buscar soluciones a los verdaderos conflictos. Política de muletazos: nos torean.

Es coherente porque favorece a los que mandan, llámense mercados, mafias financieras o poderes fácticos y es coherente con unas políticas represivas que vienen de las leyes mordaza, de las reformas laborales, de la impunidad del fraude fiscal, de especular con la vivienda, etc. En resumen, de unas políticas dictadas contra la mayoría de la población española y catalana.

Estoy en contra del nacionalismo porque es, desde el siglo XIX, la respuesta burguesa a la lucha de clases: “Bueno, es cierto que os estamos robando, pero todos somos españoles”.

Al independentismo catalán lo sacó de su guarida la Convergencia pujolista que, estando hasta el cuello de corrupción, quiso huir hacia adelante provocando un shock -herramienta imprescindible para los neoliberales-, para distraer y tratar de librarse de la cárcel. Rajoy, con el mismo problema, vio que ese truco de la derecha catalana le convenía y lo apoyó de la mejor manera: fomentando el conflicto. Rajoy cayó, pero Sánchez ha tomado el mismo camino.

Las dos derechas habían promovido y ejecutado los recortes sociales con parecida intensidad, quizá la catalana se pasó un poco más, pero fuertes campañas mediáticas -la armada mediática es fundamental en las guerras de 5ª generación- consiguieron fortalecer los nacionalismos hasta tal punto de que ya nadie protesta por los altos precios de la energía, la caída de las ayudas sociales, el deterioro de la sanidad y la educación, el aumento de los desahucios y las personas en riesgo de exclusión social …

La armada mediática logró convencer a unos de que si se independizaban se terminaban sus problemas, cosa completamente absurda ya que sólo querían cambiar el sistema político, sin tocar el económico que es el verdadero causante de los problemas, y los otros volvieron al viejo mito de “los Reyes Católicos”: la Unidad de España. Tan absurdo como el anterior porque gran parte de los problemas proceden de esa supuesta unidad en la que unos pocos se apropian de lo de todos los demás.

El independentismo catalán, como el vasco o el escocés, se nutren, en gran parte, del descontento social porque unos pocos están despojando de sus medios de vida a los demás y porque nos mean y la armada mediática dice que llueve.

De unos nacionalismos dirigidos por la derecha, no se pueden esperar soluciones a un problema que han creado ellos mismos. El derecho a decidir reclamado por la derecha es un sarcasmo. Pero la izquierda está enclaustrada en el Congreso y maniatada en sus confortables escaños y en un régimen con sus instituciones democráticas secuestradas por el poder económico, no es posible encontrar salidas a la enorme injusticia social que estamos padeciendo.

Los altos tribunales, que forman parte de las estructuras del poder, han dado una sentencia coherente defendiendo el (des)orden establecido.

Un poder injusto sólo tiene una defensa: la represión.