En el “Intermedio” del Gran Wyoming, en la Sexta TV, pudimos ver ayer algo que está en el ambiente y que los poderes políticos, económicos y mediáticos, nos ocultan como si fuéramos menores de edad: la tragedia del marido que tiene que delinquir ayudando a su mujer a morir porque su cuerpo ya no soporta más sufrimiento.
Un acto de amor no debería ser delito, pero en esto que, según la constitución, es una democracia no confesional, el derecho a morir dignamente debería ser legal, pero lo castiga el código penal.
Que una televisión de ámbito nacional lo muestre descarnadamente, pero sin sensacionalismo, es decir, con excelente calidad periodística (cosa bien rara en este país) y en hora de máxima audiencia, hay que agradecerlo porque ayudará a mejorar nuestros derechos ciudadanos.
El Gran Wyoming fue uno de los productores de “El Severo me duele”, magnífico documental sobre las infames acusaciones del gobierno de Esperanza Aguirre sobre los tratamientos paliativos del Dr. Montes en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. Ahora ha dado un paso más y, con la inestimable colaboración de Gonzo, con enorme honestidad profesional (me aterra lo que podía haber hecho Telecinco), nos han mostrado la lucidez, valentía, honradez, amor y dolor con que Ángel Hernández ha ayudado a su mujer a conseguir una muerte digna y la generosidad con que Mª José ha luchado para pedir derechos para los demás.
Confiemos en que la Justicia y el Gobierno tengan algunos momentos de lucidez y califiquen estos hechos como un acto de amor y de responsabilidad ciudadana.
Que la TV de utilidad pública sea tan infrecuente y que, en esta ocasión, lo haya hecho una televisión privada es algo que también hay que reprocharle a la pública y a todos los gobiernos que la utilizan en su propio beneficio, aunque la pagamos entre todos.