Todos los días mueren de hambre y enfermedades fácilmente curables cientos de niños en el mundo. Algunos de ellos en España. Muchos se ahogan en el Mediterraneo. Pero para los medios no todos los niños son iguales. Como en el terrorismo, en que cada uno tiene sus víctimas y las de ETA no tienen el mismo valor que las del franquismo.
Para los medios de información y propaganda las víctimas de accidente pueden ser muy rentables, las del sistema no. Ayer murieron en Brasil un montón de personas por la rotura de un dique de una empresa minera, salió en el telediario pero en eso “no hay una historia”. Julen si que tenía “historia”, porque solo tenía dos años.
Realmente tenía muchas más historias: la de su caída a un pozo ilegal como otros miles de pozos ilegales que hay en Andalucía sin que la Junta haya hecho nada para evitarlo por lo que la Unión Europea ahora nos penaliza por su perjuicio al Parque Nacional de Doñana.
O la de una familia que deja a un niño de dos años suelto cerca de un pozo, cuando ya había perdido otro anteriormente.
Pero los medios de propaganda eligen el tema “salvamento de un niño indefenso” y lo explotan durante 14 días tratando de convencernos del imposible de que quizá pueda seguir vivo. Incluso arriesgando la vida de varios mineros asturianos que van en su búsqueda en una peligrosa operación, cuando es evidente que el niño ya tiene que estar muerto. Son frecuentes las “mentiras piadosas mediáticas” porque sirven para prolongar las “noticias” y eso hace caja.
La Administración acumula medios tecnológicos, que pagaremos entre todos, para demostrar que esta administración no repara en gastos cuando se trata de un niño incluso muerto, que vale mucho más que las víctimas de los recortes de la sanidad o las pensiones.
Todo este circo, cuando hay una película de 1951 (“El gran carnaval” de Billy Wilder) que ya lo denunciaba.
Ayer mismo, Pedro Sánchez en su rueda de prensa para tratar de hacer digerible el intento de golpe de estado contra el gobierno de Venezuela, lo mezcló con la tragedia del “pequeño Julen” para que se vea que todos tenemos un corazoncito.
El efecto Julen: Explotar los sentimientos para ocultar la información.