La derecha rabiosa

No pueden soportar estar en la oposición y gritan y sobreactuan en busca del votante tonto.

Es cierto que el PP pasa por sus horas más bajas asfixiado por la corrupción. También es cierto que los políticos de derechas son los segundones que no han podido entrar en las gerencias de las empresas privadas y buscan desesperadamente puertas giratorias que les aseguren el futuro.

Ciudadanos corre de  acá y para allá como pollo sin cabeza (la del naranjito no vale mucho) y tratan de buscar su sitio en el escalafón.

Pero es que están tratando de llegar al caos, algo parecido a un golpe de Estado suave, que les saque de su propia ilegalidad. De la jaula de corrupción en que están metidos y al joven orangután Casado de la nulidad de su propio currículo académico.

En su desesperación, están sacando su brazo armando: la ultraderecha para tratar de amedrentar.

La derecha, como la Iglesia Católica, siempre se ha caracterizado por imponer reglas a los demás y no cumplirlas ellos mismos. Porque son “sus” reglas y cuando pierden el poder se sienten perdidos porque sus jefes (las mafias financieras) les pueden considerar amortizados y pueden quedarse sin caviar.

Pero resultan muy molestos, a la vez que perniciosos, para los españoles y si no fuera por el protagonismo que les dan los medios de comunicación (y propaganda) serían muy poca cosa.

Despreciables.

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