PSOE ¿última oportunidad?

Los avatares de la política (y la economía), que mantienen hace tiempo al PSOE en caída lenta pero segura en intención de voto, hacen que pueda volver al gobierno sin necesidad de elecciones, liderado por el que llegó a la presidencia del partido con el “No es No” y pronto lo cambió por el “No pero Si”, quizá siguiendo el ejemplo de Felipe González cuando llegó con “OTAN, de entrada no” y luego lo cambió por Javier Solana para Secretario General de la misma. Lo cierto es que, en plena crisis del bipartidismo, al PP lo vuelve a suceder el PSOE, lo que parece indicar que todo está bien atado.

¿Qué hará el resucitado Pedro Sánchez? ¿Volverá a aceptar los consejos de los mandarines que encaminan a la Gran Coalición? ¿O dirigirá el rumbo a la socialdemocracia que le piden sus bases?

Con el régimen del 78 agonizando por la putrefacción de las instituciones, no le vamos a pedir a este gobierno provisional que ponga las bases de uno nuevo que requerirá de grandes consensos y negociaciones, pero sí un programa de mínimos imprescindibles para que tanto él como las instituciones empiecen a tener credibilidad.

Lo urgente, es:

– Una reforma de la Ley Electoral que la haga más proporcional para que las elecciones no sigan siendo un timo.

-Derogación de las leyes mordaza para que esto se parezca más a una Democracia.

-Derogar las reformas laborales para que los asalariados recuperen los derechos sindicales que los gobiernos y los sindicatos les han quitado.

-Indexar los salarios y las pensiones al Indice de Precios al Consumo para que deje de crecer el número de españoles pobres.

-Una ley de derechos mínimos que impida los desahucios y los cortes por impago de agua, gas y electricidad.

Para conseguir estas medidas urgentes, la izquierda debería colaborar con el Congreso y La Moncloa, exigiéndolo desde la calle, porque estos poderes padecen sordera crónica que les impide escuchar las necesidades de los españoles. Cuando los sindicatos fueron a Roosevelt a pedirle mayores salarios para superar la crisis, él les dijo: “De acuerdo, pero ayúdenme pidiéndomelo desde la calle”.

Mas adelante, tras las elecciones y con un nuevo gobierno, ya podremos hablar de una reforma de la Constitución, de una reforma del sistema impositivo para que sea más justo y paguen también los ricos y las grandes empresas, de una reforma del Poder Judicial para que haya una justicia para todos, etc. Las reformas necesarias para impedir la corrupción y volver a estándares democráticos, al menos, como los de los años 80.

¿Es mucho pedir?