Aquel día me levanté sobre las 8 menos cuarto y puse RNE para desayunar. Oí las noticias de los atentados en los trenes que traían trabajadores a Madrid y comprendí que no podían ser de ETA. Sus atentados no solían ser indiscrinados, eso lo hacían la ultraderecha y los yihadistas, pero enseguida comenzó la campaña de intoxicación del gobierno de Aznar.
Como el informativo de RNE1 no daba mucho de sí, cambié a la SER y Gabilondo, que conducía un programa parecido al que ahora lleva Pepa Bueno, y sus tertulianos también estaban defendiendo la autoría de ETA.
Sobre las 9, Iñaki Gabilondo se justificó diciendo que ante una tragedia así había que estar con el gobierno. Mi asombro seguía creciendo. No había necesidad de estudiar políticas para saber que esos atentados no llevaban la firma de ETA.
No tardó en aparecer la furgoneta de Alcalá con documentos yihadistas y al oráculo de la SER no le quedó más remedio que enmendar su posición, a pesar de los continuos comunicados que seguía sacando Acebes, ministro de Interior de Aznar, justificando la autoría de ETA.
Cuando, sobre las 10, Arnaldo Otegui lanzó un comunicado asegurando que ETA no tenía nada que ver con los atentados, la cosa ya quedó suficientemente clara para la mayoría de los madrileños, aunque Aznar, Acebes, El Mundo, etc. siguiesen con su campaña de mentiras.
Todo esto funcionaba en un contexto en que Aznar nos había metido, unos meses antes, en la guerra ilegal de la invasión norteamericana de Iraq, contra la opinión del 91% de los españoles, lo que produjo, momentos antes del envío de las tropas españolas, la mayor manifestación que he conocido, quizá solo comparable a la de la matanza de los abogados de Atocha. Yo la cogí a la altura del Museo del Prado y no pude ni llegar a Cibeles porque estaba todo colapsado. Algunos de los que tenían que encabezarla tuvieron grandes dificultades para ocupar su lugar.
A la manifestación del 11-M no asistí, porque entendí que una tragedia así merecía una manifestación de consenso, pero Aznar y su gobierno decidieron apropiársela convocándola unilateralmente contra ETA. Mucha gente asistió y se enfrentó con el clan de Aznar por eso.
La manipulación que hizo el gobierno de estos atentados le dio a Zapatero un gobierno que, hasta ese momento era impensable.
Puede que al día de hoy todavía haya quien dé otra versión de los hechos, pero aquella terrible tragedia se debió a lo que exactamente nos narra mi amigo Antonio Campuzano