Da la impresión de que este premio responde más a intereses políticos o a “buenas intenciones” que a logros reales.
En 1973 se lo concedieron a Henry Kissinger, que fue uno de los impulsores del golpe de Estado de Pinochet ese mismo año. Hoy hay grupos que lo quieren juzgar como criminal de guerra.
En 1994 a Yasir Arafat, Isaac Rabin y Shimon Peres por abrir oportunidades para un nuevo desarrollo hacia la fraternidad en el Oriente Medio. Arafat murió posiblemente envenenado por los sionistas y 22 años después Israel sigue bombardeando Palestina, un territorio que depende del Estado de Israel.
En 2007 le dieron el premio a Al Gore, vicepresidente de Bill Clinton por sus medidas para contrarrestar el cambio climático ¿Cuales fueron estas medidas? ¿Ha cambiado algo?
En 2009 a Barack Obama. “Por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos”. Se lo dieron al comienzo de su mandato y el ha ido demostrando ese error. No ha conseguido desmontar Guantánamo y es uno de los responsables del conflicto sirio.
Ahora se lo dan al presidente de Colombia por una paz que aún no se ha logrado.
El inventor de la dinamita no está teniendo mucha suerte con sus albaceas. Esperemos que los premios científicos tengan más rigor. Porque esto parece que va de cachondeo.