La útilización política y mediática de las víctimas del terrorismo

En el mediodía de hoy algunas instituciones han decretado en sus puertas un minuto de silencio por las víctimas de Bruselas.

1.- Todos somos víctimas de Bruselas, que nos aplica las medidas austericidas que aumentan la pobreza y el miedo.

2.- El terrorismo yihadista es producto de la miseria y la desesperación que producen las políticas neoliberales, de las carencias en educación y sanidad que ejecutan los gobiernos musulmanes (EEUU se está cargando las pocas repúblicas laicas que había en Oriente Próximo) y de la inseguridad y las guerras que provoca el imperialismo de las grandes potencias para apropiarse de los recursos naturales. EEUU y otras potencias están consiguiendo el aumento de estados fallidos (Iraq, Afganistán, Libia y lo están intentando con Siria) que facilita a las grandes corporaciones para imponer sus propias reglas y apropiarse de los recursos y provoca la emigración de sus habitantes dejando abandonados sus enseres. Esto es como los bandoleros que incendian los poblados y cuando huyen sus habitantes se apoderan de sus casas y bienes.

3.- Esta estrategia de las grandes potencias y las grandes corporaciones producen víctimas continuamente, en todos los continentes, sin que tengamos que honrarlas.

Los que promueven esas políticas son los que apadrinan el luto. Un minuto de silencio por las víctimas del terrorismo se convierte en un arma de los verdugos si no va seguido de otro minuto de clamor contra los culpables: los que imponen y aplican las políticas antisociales que producen la exclusión social.

Los medios de comunicación lo saben. Pero aprovechan para intoxicar con propaganda a favor de la unidad de los políticos y los ciudadanos (hoy Ribera y P. Iglesias: “todos juntos”, ¿explotadores y explotados?) contra los yihadistas (los muñecos) no contra los que causan la exclusión (los dueños del teatro). Todo un telediario para no informar de nada, porque no hay información, sólo opiniones y conjeturas: ni un análisis y, mientras tanto, se ocultan los problemas reales. Hoy no hablaremos de corrupción, sólo lloraremos a las víctimas. El llanto sube la audiencia.

Demasiado viejo el truco, pero parece que sigue siendo efectivo.