Ayer pudimos ver una imagen insólita en Madrid. Los antidisturbios municipales, de paisano eso sí, atacando violentamente a sus jefes en plena calle.
Los antidisturbios se quejan de la falta de diálogo con el concejal responsable, porque éste, en razón de su cargo, les ha propuesto unas reformas en la policía municipal que ellos no aceptan. Por supuesto que ellos responden de la manera que saben: con violencia, son así.
Con esta conducta los policías muestran con claridad que ese cuerpo no es propio de un gobierno democrático y que ellos no son dignos de pertenecer a un cuerpo de policía democrático. Los madrileños no nos merecemos policías con conductas mafiosas y esperamos que, cuanto antes, los expulsen del cuerpo porque si atacan así a los coches oficiales ¿qué harán con los ciudadanos?
La opinión del ministro en funciones de Interior, condecorador de vírgenes y maltratador de los emigrantes, nos da una pista de por dónde van los tiros. Tras preguntarse si esto no es una muestra de “libertad de expresión” ha dicho que “El tiempo pone a cada uno en su sitio”.
El tiempo, por ahora, le ha puesto a él en un gobierno corroído por la corrupción y si es cierto lo que dice deseamos que lo ponga donde se merece.