Hoy se cumplen 40 años de los últimos fusilamientos franquistas. Faltaban menos de dos meses para que muriera el dictador y él o sus secuaces no quisieron perder la ocasión de causar un escarmiento. Porque no se puede hablar de justicia.
Fueron fechas imborrables que, a muchos, nos marcaron para siempre. Los que entonces teníamos veintitantos años, nos consolamos pensando que pronto moriría el dictador y vendría la democracia. Pero murió Franco y en los últimos 70 pudimos comprobar que continuaba el franquismo porque la policía en Vitoria y los parapoliciales en Madrid, siguieron matando impunemente y comenzaron los 80 con un intento mediofracasado de Golpe de Estado cuando creíamos que estábamos en Democracia.
Han pasado 40 años y el principal torturador sigue sin juzgar. El gobierno le protege, como hace con Utrera y Martín Villa, de la justicia argentina que trata de hacer justicia ya que aquí nadie lo hace. El gobierno en manos del PP, partido con metástasis de corrupción, aún no ha condenado el franquismo y pone inconvenientes para que se cumpla una Ley de Memoria Histórica, insuficiente y sin presupuesto, que hizo el PSOE para salir del paso. Miles de “desaparecidos” en las cunetas (subcampeones después de Camboya, según parece) y unos medios de comunicación que se empeñan en convencernos de que así es la democracia.
Aquel 27 de septiembre, el genio artístico de Luis Eduardo Aute tuvo un presentimiento que hoy se sigue cumpliendo:
Miles de buitres callados van extendiendo sus alas, no te destroza, amor mío, esta silenciosa danza, maldito baile de muertos, pólvora de la mañana.
Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga, quiero que no me abandones amor mío, al alba.
Y Equipo Crónica, dejó una serie de obras como escritura indeleble.
Si el alba no viene a nosotros, ya es hora de que caminemos hacia el alba.