«Manuela a los 33 años era abogada en el despacho laboralista de la calle Atocha donde fueron asesinados cinco de sus compañeros.
A los 45 años como juez de vigilancia penitenciaria, abogó por que la prisión fuera una oportunidad de rescatar al ser humano. Insistió en tener psicólogos en su equipo y en conseguir la rehabilitación de los toxicómanos.
A los 49 años fue decana de los juzgados de Madrid, y suprimió las denominadas «astillas», que era un soborno muy extendido que cobraban los funcionarios para agilizar la tramitación de los asuntos.
A los 52 años, como vocal del Consejo General del Poder Judicial, renunció al coche oficial para utilizar la bici y el transporte público y pidió bajarse el sueldo.
A los 65, como relatora de las Naciones Unidas, criticó severamente las violaciones a los Derechos Humanos en países como Venezuela.
A los 66, ya jubilada, invierte parte de sus ahorros en montar una tienda social en Malasaña de ropa de bebé hecha por reclusas.
A los 71 años, es posible que Manuela sea Alcaldesa de Madrid .
(Texto que circula en las redes sociales)